El mundo de la energía solía ser muy sencillo. Las compañías estatales de servicios públicos generaban energía y la llevaban a través de cables y tuberías hasta los hogares de los consumidores. Era un sistema que funcionaba bien y que parecía estar escrito en piedra.
Pero este modelo centralizado de mando y control se encuentra bajo presión como nunca antes. La energía está cambiando rápidamente, puesto que la innovación tecnológica quebranta los viejos paradigmas. Las redes inteligentes, los contadores inteligentes y los aparatos electrodomésticos inteligentes con sensores integrados que los conectan al internet de las cosas prometen revolucionar nuestro enfoque hacia el uso de la energía.
Nada resaltó más estos cambios que la adquisición que hizo Google por u$s 3.200 millones en enero de Nest Labs, una empresa start-up de 4 años que fabrica termostatos y detectores de humo para el hogar. Los usuarios pueden subir o apagar la calefacción desde cualquier parte utilizando una aplicación para teléfonos inteligentes.
Y otros seguirán el ejemplo. Apple está trabajando en una plataforma de software que convertirá el iPhone en un control remoto para luces, sistemas de seguridad y otros aparatos electrodomésticos. Samsung reveló recientemente su gama de lavadoras, refrigeradores y televisores Smart Home que se pueden controlar desde teléfonos y relojes inteligentes.
De repente, los grandes proveedores de tecnología se están enfocando en la energía como un sector potencialmente lucrativo. El comercio minorista y las compañías de telecomunicaciones también se están dando cuenta de las oportunidades del suministro de energía minorista.
Esto representa un gran reto para las compañías tradicionales de servicios públicos – las grandes compañías de energía como Eon y RWE en Alemania, Centrica en el Reino Unido, y Enel en Italia. Durante décadas, estos monolitos verticalmente integrados, que generan y suministran energía a millones de hogares y negocios, dominaron el mercado. Pero la economía cambiante de la industria energética ha disminuido sus ganancias y restringido sus balances.
Algunas de estas compañías se enfrentan al creciente descontento popular por el aumento de los precios del combustible y a quejas por mal servicio. Están sujetas a un mayor escrutinio por parte de los reguladores, mientras que un creciente número de políticos está pidiendo que sean divididas.
Ya hay algunos ejemplos de nuevos participantes en el negocio del suministro. Magyar Telekom, de Hungría, les vende gas y electricidad a clientes residenciales y comerciales. La minorista británica Marks and Spencer se ha asociado con SSE, uno de los mayores proveedores de energía del Reino Unido, para brindar paquetes de energía bajo la promesa de ofrecer vales de M&S a aquellos que se decidan a hacer el cambio.
Algunas de las grandes compañías de servicios públicos están enfrentando el reto de frente, ofreciéndole más servicios a su enorme y establecida base de clientes. Hay un gran incentivo para que lo hagan.
La columna vertebral de sus negocios, la generación de energía térmica, se ha vuelto mucho menos rentable en los últimos años, debilitada por una pobre demanda de energía en Europa, el auge de las energías renovables, como la solar y la eólica, y los bajos precios de la energía. Agobiadas por las deudas, probablemente no son capaces de invertir en nuevas plantas y han optado por recortar costos y desinvertir activos.
En lugar de intentar vencer a las compañías tecnológicas en su propio juego, algunas están formando asociaciones con ellas. Eon, la compañía de servicios públicos más grande de Alemania, está trabajando con el desarrollador de techos solares Sungevity para vender paneles con los logotipos de ambos a los consumidores en Holanda. Npower, la subsidiaria británica de RWE, se ha asociado con Nest, y les ofrece a los consumidores su termostato por u$s 168 -rebajado desde u$s 475- si acceden a precios fijos de gas y electricidad a la tasa actual hasta 2017.
De forma similar, British Gas, subsidiaria de Centrica, lanzó recientemente Hive Active Heating, un servicio que les permite a las personas controlar la calefacción y el agua caliente de forma remota a través de un teléfono inteligente, una tableta, un mensaje de texto, o a través de un sitio Web. La compañía dice que esto puede ahorrar hasta u$s 255 al año a los hogares.
Tales innovaciones pueden ser relativamente menores, pero demuestran que algunas compañías están utilizando la tecnología de maneras que podrían redefinir sus relaciones con los consumidores.
“Esta industria está abandonando un mundo en que los consumidores eran solamente números de contadores,” dice Peter Terium, director ejecutivo de RWE. Las compañías como RWE ya no pueden únicamente “vender kilovatios-hora”, dice. Tienen que presentar una oferta mucho más amplia, que refleje el rápidamente cambiante mundo de la energía.
RWE se está viendo forzada a cambiar por el “Energiewende”, la radical transición alemana de los combustibles fósiles a los renovables. La transición ha dado lugar a un nuevo fenómeno – “prosumidores” con paneles solares en sus techos y granjas eólicas en sus campos que producen y consumen energía. Alemania ahora tiene 6,5 millones de productores de energía, y muchos de ellos son hogares.
Con el auge de los prosumidores, las casas se están gradualmente convirtiendo en pequeñas plantas de energía que producen y almacenan electricidad. El Sr. Terium dice que las compañías de servicios públicos del futuro formarán asociaciones con los prosumidores, ayudándolos a vender la energía sobrante a la red cuando sus baterías estén llenas y a comprarla si les hace falta energía en días nublados o con poco viento.
También les darán consejos sobre cómo reducir su consumo, por lo que muchos se han involucrado con los contadores inteligentes que les muestran a los consumidores cuánta energía usan y cuánto pagan por ella.
La revolución de los contadores inteligentes llega en un momento en que la presión sobre los presupuestos familiares a causa de los cargos más altos en las facturas de energía y las preocupaciones acerca del calentamiento global han enfatizado la importancia de la eficiencia energética, la cual a veces se le llama el “combustible invisible”.
La creciente comprensión de que la energía que no utilizamos puede tener tanto impacto como la energía que sí utilizamos ha tenido un gran efecto en todo, desde los diseños de construcciones hasta el alumbrado público.
Mientras tanto, algunos aseguran que al decirles a los consumidores cómo reducir el uso de energía, las compañías de servicios públicos se están perjudicando a sí mismas.
El Sr. Terium responde: “Si yo no me perjudico a mí mismo, alguien más lo hará. Prefiero estar al frente de todo esto que esperar y dejar que otros me lo arrebaten.”